Advertencia: solo para locos, no para cualquiera

Hay ciertos autores clásicos (no todos) que son merecedores de una relectura. Eso me está sucediendo con Hermann Hesse, especialmente con su obra cumbre, "El lobo estepario". Para los que no lo sepan, Harry Haller, el protagonista de esta novela, es un sujeto que está podrido de todo: de la realidad que vive, del mundo comformista que lo rodea, de la falta de virtuosismo, de los placeres pasatistas, de la naturalización de lo cotidiano, de la mediocridad en general. Pero a su vez, él es parte de ese mundo: ¿como poder vivir con esa terrible contradicción? ¿cómo mantenerse al margen de ésta sociedad absorvente? ¿cómo renunciar completamente a su propia existencia? su lucha contra esa realidad se traduce en una lucha interna, la del hombre y el lobo que habitan en su interior, la irreconciliable relación entre lo racional y lo salvaje que comforma su espíritu. Él sabe que el mundo actual es así, que no lo puede cambiar, y quizás siempre fue así y siempre lo seguirá siendo; no hay escape, no hay refugio en este mundo para los que buscan lo eterno en detrimento de lo pasatista, lo sublime por sobre lo perecedero, en fín, no hay lugar para los hambrientos, para los insatisfechos.
Esa búsqueda de la inmortalidad solo puede desembocar en el suicidio irreversible, Harry lo sabe mejor que nadie, como también es consciente que en lo eterno no hay posteridad, no hay futuro, solo existe presente.
Sin embargo, cuando Harry logra entender que la única manera de sobrellevar el sufrimiento de su vida, es a través de la ironización de la misma, quizás ya sea demasiado tarde (o tal vez no).

"... así como la locura, en un grado superior, es el principio de toda ciencia, así es la esquizofrenia el principio de todo arte, de toda fantasía..."

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