Escupiendo el asado

Thursday, October 27, 2011

Un café con Mourinho

Si tuviese la posibilidad de tomarme un café (bah, café, una birra ponele) con una personalidad importante/figura conocida/alguien, esa persona sería José Mourinho sin dudarlo. Siento admiración por el entrenador de Real Madrid, ese tipo tiene algo, no sé como explicarlo, una esencia que trasciende su persona. Obviamente acá como en toda Latinoamérica somos todos Guardiolistas/barcelonístas. El Barcelona es el equipo de los chicos buenos, todos son amigos desde pequeños, juegan bien y te rompen el orto sin despeinarse. Y tienen al genio de Messi. Por el contrario, el Real Madrid son los malos, el equipo armado a golpe de billetera, te rompen el orto igual pero lucen menos. Y tienen al insoportable de Ronaldo. En este juego del bien contra el mal, Mourinho es mi villano favorito. Tiene la estupidez y el egocentrismo del que se siente superior. Provocador, cada vez que abre la boca se manda una cagada, desprecia a sus rivales, cuando las cosas no le salen busca excusas pelotudas. Siempre es el foco de atención, un espectáculo en sí mismo. Un tipo así, sea en el contexto que sea, siempre es un abonado a la trompada. Es un tarado!! Pero...

Nadie puede negar las capacidades del portugués en la dirección táctica. Equipo donde estuvo, equipo que salió campeón. Es el técnico más ganador (claro, dejando de lado a Guardiola). Y no, no tiene modestia alguna. Sus detractores (en Argentina sobran: Menotti, Cappa y otros técnicos que tampoco han ganado nada), critican su forma de juego, sus planteos tácticos enfocados en explotar la debilidad del rival, en neutralizar sus virtudes. Se le critica que teniendo un plantel valuado en mil millones de dólares, haga jugar a sus dirigidos como si fuesen un equipo chico. Pareciera que el fútbol es un invento de los románticos, donde lo único que importa es divertirse y dar un buen espectáculo. En realidad solo importa ganar, y Mourinho (y Guardiola) sabe mejor que nadie como llegar a ese objetivo.

A veces pienso que toda esa actitud desafiante, hacerse de enemigos fuertes, enemistarse con gente con la que quizás haya más similitudes que diferencias, ponerse el mundo en contra de uno, no puede ser una simple estupidez. Hay una lógica mas poderosa que se esconde detrás de eso. Es como una autoexigencia constante, como un recordatorio de que la vida es corta y la gloria -o el éxito, o como quieras llamarle-, es algo por lo que se lucha, pero fundamentalmente es algo que exige sacrificios, y por lo que vale la pena sacrificarse y sacrificar a los demás. Es el combustible de todo. Esa actitud de “me voy a coger al mundo” es hermosa, mas allá de su probada ineficacia. No hay algo más romántico que querer voltearse al mundo. Por supuesto, lo más probable es que en el intento uno termine como Tony Montana, acribillado a balazos al grito de “tus balas no me hacen daño!”. Yo compro ese final (seguro que Mourinho también).

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