Happy endings, they never bored me

Viste cuando llega ese momento en la vida en que te sentís demasiado viejo para las cosas que hacías, y al mismo tiempo demasiado joven para las que deberías estar haciendo? (umbral de los 30 como lo llaman algunos). Las tonterías de siempre ya no tienen el mismo significado, todo se tiñe de cavernet tinto dramático (demasiado abocado para mi gusto). Uno piensa, desea y sueña ser un eterno Dorian Gray, idea que se desvanece cuando se multiplican las canas y surgen inesperadas lesiones en las posturas de siempre. Los años pasan, y aquella frase que decía que la experiencia es un peine que te dan cuando te quedás pelado, es la más ajustada a la realidad: ahora sabés varias cosas que necesitaste saberlas mucho antes (aprendiste a usar la videocasetera en la época del Blu-Ray Disc...). Tal vez mi espíritu sea un poco retro, pero los retrosexuales somos así, pilotos de tormenta en zonas desérticas, pescadores de ilusiones en peceras sin grava, y, por sobre todas las cosas, despojados de "falta envido" en nuestro vocabulario cotidiano. Ahora veo lágrimas en rostros que antes me sonreían, veo a mi mascota renguear, y sí, el refrán se recita solo (el hombre desconfía de la renguera del perro y el llanto de la mujer). Una vez mas, pensar con la cabeza es lo mas práctico, dejarse llevar por un malbec de 10 pesos y medio kilo de sandía puede conducir a una tragedia con final feliz. Y como buen amante del cine que soy, confieso que son mis favoritos.

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