Escupiendo el asado

Tuesday, May 12, 2009

Por amor a Guinness

Cuando ya viste todas las películas que querías ver, leíste todos los libros que había que leer, escuchaste todos los discos que debías escuchar, te tomaste todas las cervezas que había por probar... que más queda? Cuando el amanecer de la mediocridad ilumina los corazones alzados, carentes de pasión romántica y desbordantes de desesperación animal... que más queda? Cuando la esperanza y la fe en el hombre se vuelve una "experiencia religiosa"... que mas queda? Eterno inconformismo.

No es que esté buscando la cerveza ideal -las hay buenas, regulares, malas y peores, y todas tienen su encanto- pero en el fondo no dejan de ser lo mismo (una mezcla de malta, lúpulo y levadura). Tampoco me preocupa hallar en cada rostro femenino una misma mujer ¿acaso alguien dijo que la mujer es una sola pero con diferentes caras?. Pero Guinness es Guinness, y cuando mis labios entran en contacto con ella, mi lengua se contorsiona como el abdomen de una odalisca bañandose en nectar, y la experiencia dura lo que duran los buenos besos, esos que te absorben el espíritu hasta dejarte vacío como un envase descartable. Guinness es Guinness, y si no hay, bienvenidas sean las Brahmas, por más que las odaliscas se declaren en huelga...

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