El gremio de la vagancia

Ser un vago de mierda no es tarea sencilla, implica llevar un estilo de vida plagado de sacrificios y privaciones. Para empezar, hay que abandonar toda idea de productividad en cada una de los proyectos que se pretenda realizar; hay que anteponer la falsa noción de que el dinero no importa cuando en realidad es lo único que nos puede mantener con vida (a nosotros los vagos). Y lo que es peor, hay que soportar una pauperrima dieta a base de pizza y empanadas, alimentos que equivalen el 90% de la producción gastronómica de la mayoría de los delibery existentes. En días como estos, en los que cocinarme un plato de comida constituye una empresa imposible de realizar, desearía romper el vínculo que contraje con el gremio de la vagancia (no confundir con el gremio del pirata, del cual aún soy ajeno).

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