Verano fatal
No, el título no es ninguna referencia a mis ultimas vacaciones. Se trata de un mini-disco (un EP) que no puedo parar de escuchar una y otra vez. Cuando me levanto, mientras desayuno, cuando voy a la universidad, cuando estoy regresando, antes de dormir, mientras escribo esto... son 7 canciones adictivas que me acompañan en todo momento.
Quien es el responsable de esta maravilla? Quienes mejor dicho. Por un lado tenemos a Christina Rosenvinge, una cantante y compositora 70% danesa, 30% española, en cuyo amplio currículo destaca haber trabajado con los Sonic Youth, y en hacer gimnasia vaginal (a no, me equivoqué, esa era otra gallega). Y por otro lado, tenemos a... ¡¿Nacho Vegas?! Otra vez!? jajaja, es increíble que por segundo año consecutivo su nombre este entrometido en un disco que me guste. El año pasado, con la publicación de “el tiempo de las cerezas” (disco doble realizado a dúo entre Bunbury y Vegas), en este blog no tuve reparos en tildarlo de rémora, por colgarse de la fama de Enrique Bunbury y así poder editar un álbum que lo saque del anonimato... o sea, en aquel disco las canciones de Bunbury eran las mejores, pero las de Vegas no estaban tan mal... y un año después, esto.
De que trata este Verano Fatal? Son 7 canciones, 3 compuestas por Vegas, 3 por Rosenvinge y la restante, la que da nombre al EP, por ambos. Las canciones van por el camino de la balada triste y melancólica, haciendo alguna que otra parada en el rock alternativo, alternando matices muy acentuados entre ambos compositores: sin dudas prevalece la sensibilidad de Christina por sobre el intimismo del asturiano.
Es un disco muy femenino, o sea, destila cierto tipo de femineidad que yo compro con los ojos cerrados (me gustaría creer que el sexo femenino se pudiera resumir en una bella canción), aunque lo mas probable es que se trate de una femineidad hecha para el gusto del hombre... porque todos sabemos que las mujeres son vengativas, envidiosas, rencorosas, etc, etc, ya me fui al carajo.
Volviendo al disco, si tuviera que elegir una canción, elijo 3: “Verano fatal”, “Me he perdido” y “No lloro por ti”, en ese orden.
Quien es el responsable de esta maravilla? Quienes mejor dicho. Por un lado tenemos a Christina Rosenvinge, una cantante y compositora 70% danesa, 30% española, en cuyo amplio currículo destaca haber trabajado con los Sonic Youth, y en hacer gimnasia vaginal (a no, me equivoqué, esa era otra gallega). Y por otro lado, tenemos a... ¡¿Nacho Vegas?! Otra vez!? jajaja, es increíble que por segundo año consecutivo su nombre este entrometido en un disco que me guste. El año pasado, con la publicación de “el tiempo de las cerezas” (disco doble realizado a dúo entre Bunbury y Vegas), en este blog no tuve reparos en tildarlo de rémora, por colgarse de la fama de Enrique Bunbury y así poder editar un álbum que lo saque del anonimato... o sea, en aquel disco las canciones de Bunbury eran las mejores, pero las de Vegas no estaban tan mal... y un año después, esto.
De que trata este Verano Fatal? Son 7 canciones, 3 compuestas por Vegas, 3 por Rosenvinge y la restante, la que da nombre al EP, por ambos. Las canciones van por el camino de la balada triste y melancólica, haciendo alguna que otra parada en el rock alternativo, alternando matices muy acentuados entre ambos compositores: sin dudas prevalece la sensibilidad de Christina por sobre el intimismo del asturiano.
Es un disco muy femenino, o sea, destila cierto tipo de femineidad que yo compro con los ojos cerrados (me gustaría creer que el sexo femenino se pudiera resumir en una bella canción), aunque lo mas probable es que se trate de una femineidad hecha para el gusto del hombre... porque todos sabemos que las mujeres son vengativas, envidiosas, rencorosas, etc, etc, ya me fui al carajo.
Volviendo al disco, si tuviera que elegir una canción, elijo 3: “Verano fatal”, “Me he perdido” y “No lloro por ti”, en ese orden.
“Me he perdido”
Lo intenté por tercera vez, me enfundé en mi traje beige, miré hacia el suelo y me santigüé, te encontré entre los escombros. Y aún quedaba un muro en pié, te vi apoyada en él y creo que lo hacías para no perder la fe, el Cristo en la pared se encogió de hombros.
Y tú con tu voz, esa voz y tu pálida piel, con tu brillo en tu pelo de trigo, con ese otro brillo que imagino tras tu abrigo. Pasaste estos últimos inviernos al calor de un infierno construido en el amor para acabar en demolición. Me dices ahora ya estás advertido, no te fíes de un animal mal herido ¿Y qué te iba diciendo yo? Me he perdido.
Lo intenté siete veces más, quería ver lo que hay detrás de tu imperturbabilidad y abrir tu puerta de cuarenta y tres candados. Te adiviné en tu balcón silbando una larguísima canción, pensando es esto lo correcto o no, así que hice “chas” y aparecí a tu lado. Lo sabes, ahora ya estás advertido, no te fíes de un animal mal herido, y yo, descuida, le mentí, soy un experto cazador ¿Lo has visto? Es mi mundo derruido, lo que hoy es puro mañana está podrido ¿y qué te iba diciendo yo? Me he perdido.
Mátame si ya no te soy de utilidad, mátame tras leer el mensaje, pero ahora me desnudaré sin quitarme el traje. Lo he visto este mundo al derrumbarse, que lo natural es odiarse me dijiste, he de reconocer con cierta convicción y entonces entonaste dulces gritos. Comenzó el más viejo de los ritos. Fuiste tú, fui yo, sencillamente fue algo superior. Y añadiste, si lo hacemos tonto mío pues hagámoslo como es debido ¿Cómo es eso? pregunté, y tú me dijiste, justamente así no, y paraste, me lo tengo prohibido. Y yo protesté empapado y más que aturdido, y ahora sí que si que yo me he perdido. Que ahora sí que si que sé que me he perdido, porque sólo es pensar en ti y acabar perdido. Porque sólo con pensar en ti me pongo perdido.
Labels: "El" disco, Música