Clatu verata nictu

No tengo mucho para decir del pobre Howard Philips; una vida torturada, nulo reconocimiento literario, y una muerte miserable acorde con su leyenda. No obstante nos dejó un legado fundacional en cuanto a lo que relatos de terror respecta. La cosa es que por aquel entonces me empecé a obsesionar con una idea bastante pelotuda: dar con el paradero del mítico "Necronomicón" (el libro demoníaco, la antibiblia, el libro de los saberes arcanos y de la magia ritual, etc, etc), al cual remiten la mayoria de los relatos narrados por Lovecraft. Demás está decir que la existencia del Necronomicón es ficticia, aunque el autor se las ingenio bastante bien como para colocar un manto de duda al respecto: según la mitología lovecraftiana, el libro fue escrito en 738 d.C. por un poeta árabe que existió en la vida real, y adquirió gran popularidad entre filósofos de la edad media luego de ser traducido al griego y al latín, momento en el cual la iglesia católica hace su irrupción y manda a quemar todos los ejemplares que circulaban del libro herético, salvandose de las llamas unas escasas copias. El asunto es que, siempre apoyado en los datos arrojados por el propio Lovecraft, esas copias se mantuvieron a resguardo hasta nuestros días (bueno, nuestros dias de mediados del siglo XX al menos) en lugares tan distantes como la Biblioteca Nacional de París, el Museo Británico y la Universidad de Buenos Aires (si señor, leyó bién).
Ahora bién, por qué carajos tipos tan inteligentes como Jorge Luis Borges, Stephen King o quien escribe estas líneas, pudieron obsesionarse con algo tan fascinante como inexistente? respuesta: aún no existía el Winning Eleven 4 (bueno, no se me ocurre otra).
En aquella época había dos sujetos (demasiado extraños como para llamarlos amigos) con

Definitivamente haberme perdido una experiencia tan "extrema" (si se puede considerar extremo entrar a la casa de un loco satánico...), no es algo para lamentarse. Y además, si el Necronomicón era auténtico, el solo hecho de estar en contacto directo con él, hubiera desatado algún tipo de maldición que afectara mi existencia... me cago en la diferencia.
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