La vida (¿no?) es sueño
La conocí hace bastante tiempo. Yo solo era un boludo en ascenso, y ella era alguién que parecía ser ajena a todo. Solo bastó la casualidad de una charla para darnos cuenta que no sería la última. Ella se reía de todo lo que yo decía y hacía. Y yo me daba cuenta que todo lo que decía y hacía no tenía sentido. Nuestras conversaciones parecían no tener principio ni final, al mismo tiempo que se fueron multiplicando como si de metástasis se tratase. De García Marquez a Woody Allen, pasando por Nicolás Casullo, Morrissey y el cine porno. Nada era ajeno a nuestro análisis infundado. El sin sentido nunca cobró un significado tan obvio. Yo admiraba todo lo que ella decía: cada palabra suya parecía extraída de un manual de autoayuda escrito exclusivamente para mí. Apoyados en esa mutua fascinación forjamos una esfera impenetrable; una cápsula de escape de la realidad, nuestra principal enemiga y Némesis de todos los soñadores (confesos o no). Pero la cápsula estaba averiada, y ella tenía tendencia a filtrarse por las grietas que conducen al depósito materialista de la existencia. "La vida no es sueño" me decía. "Calderón de la Barca no opinaría lo mismo" le respondía. Y entonces nos separábamos: cada uno regresaba a su "lugar de pertenencia", se trate del reino de Orfeo o de la tierra del trabajo asalariado. Pero ninguno de los dos estábamos conformes con el lugar que habíamos elegido, por lo que irremediablemente retornábamos a nuestro mundo paralelo, la cápsula, que siempre se encontraba intacta a pesar del paso del tiempo.
Ella tenía razón. Siempre la tuvo. La vida no es un sueño. La vida es material. Y tan material como la vida es la muerte. Y la muerte acaba con todo. Incluso con los sueños.
Labels: sandman

























